jueves, 28 de febrero de 2013

En un trozo de papel

Como ya habréis notado a lo largo de la vida del blog, soy un pelín nostálgico, no lo voy a negar. Y es que a veces recuerdo cosas de mi época juvenil, y añoro muchas de esas cosas, a pesar de que no fuese una infancia de ensueño. Cambiaría alguna decisión, imagino que como todo el mundo, pero realmente serían pequeños detalles, que bueno, tal vez a la larga hubieran significado grandes cambios, así que digamos que solo cambiaría alguna decisión de ese instante, pero no querría que cambiase el camino hasta aquí.

Y algo que recuerdo con gran cariño de mi niñez es algo que ahora está tremendamente anticuado, y era el carteo. Estaba recogiendo unas cosas de la habitación, y me dio por mirar la caja donde tengo guardada toda la correspondencia que tengo de pequeño, era algo que me encantaba hacer.

La emoción de la espera, de cada tarde al llegar del colegio mirar el buzón, esperando ver un sobre con tu nombre, las tardes pegado al escritorio leyéndola, y acto seguido empezar la respuesta, para así poder mandarla al día siguiente, y así que la otra persona la leyese lo antes posible, y que se pusiera manos a la obra para responder. Era una sensación difícil de describir, pero todos los sentimientos eran positivos, y mirándolo con perspectiva, lo echo mucho de menos.

No es que me escribiera con muchas personas, pero se lo tomaban igual que yo, con mucha ilusión, y respondían siempre muy deprisa, lo cual se lo agradecía enormemente, pero por unas razones u otras, poco a poco, las cartas se van retrasando, hasta que al final se abandonan, a medida que se crece, el tiempo es limitado, y una de las primeras cosas que se quitaban del medio era el tiempo invertido en escribir cartas, y con las nuevas tecnologías, una excusa perfecta.

No digo que sea mala la tecnología, si lo pensara, no estaría escribiendo aquí, pero echo la vista atrás, y no es lo mismo, lo echo en falta, soy un romántico chapado a la antigua, jaja.

No me ha quedado el post tan poético como pretendía, pero bueno, creo que la idea esta clara, jaja.

lunes, 25 de febrero de 2013

Castle, la pluma es más fuerte que la espada


Retomando la sección de series, en la cuál hacia ya bastante tiempo que no escribía nada, pues aprovecharé para escribir sobre la última serie a la que me he enganchado.

Yo soy de la gente que no suele ver la serie desde el principio, ya sea por falta de tiempo, por que no resulta interesante a primera vista, o cualquier motivo, no la veo de inicio. Pero muchas veces estoy un día aburrido, con la tele puesta haciendo zapping, y descubro una serie que me sonaba que habían estrenado hace tiempo, puede que fuese la segunda o la tercera temporada, y que así a lo tonto, pues me empieza a gustar.
Así me pasó con House,de la cuál hablaré otro día, con Como conocí a vuestra madre, y con la que hoy toca escribir, Castle.

La serie en cuestión trata sobre un escritor muy reconocido, Richard Castle, de actitud tremendamente infantil, que sigue a la inspectora Kate Beckett, colaborando con la comisaría de policía, en busca de inspiración para escribir nuevas obras. Sus teorías disparatadas suelen ayudar para seguir la pista de los asesinos en cada caso.

 La voz cantante de la serie es puramente canadiense, los actores Nathan Fillion y Stana Kasic son los protagonistas, interpretando a Richard Castle y a Kate Beckett respectivamente, buen secundados por sus compañeros de unidad policial, Javier Espósito (Jon Huertas) y Kevin Ryan (Seamus Dever). La intervención de estos secundarias es de gran calidad, para mi a la altura de también los secundarios de series como Bones.

Me encanta la serie por que me siento identificado con el personaje, un adulto con una actitud infantil, solo me falta saber escribir, estar forrado y ser guapo, jajaja.

Una serie altamente recomendable, muy entretenida, y que deja muestra de que están de moda las series con una pareja principal, distintos entre ellos, pero con esa tensión existente.