lunes, 31 de mayo de 2010

Spring Time



Ya por fin parece que se empieza a estabilizar el tiempo, y se puede decir de verdad que ya estamos en primavera, con su solecito, su calorcito, y con el puñetero polen.


Por que esta es la época en la que se tienen los ojos rojos las 24 horas del día, que te pasas el día estornudando, con un pañuelo en cada bolsillo de tu ropa, y la nariz roja.


Es la época de transición entre el frió del invierno, y el calor del verano, sin los inconvenientes de las dichosas alergias que trae la primavera.


Yo, como muchos españoles, también padezco las típicas alergias, y lo sufro bastante, te pasas el día que no puedes hacer nada, los ojos molestan un montón, lo cual es un inconveniente en estas fechas, ya que los exámenes no entienden de alergias, pero es un impedimento para poder rendir de mejor forma.


Así que nada, tocará sufrir durante un par de meses, hasta que llegue el verano, y ya olvidarse uno de los pañuelos, y mientras tanto, a sufrir, tanto los que las padecen, como los que nos acompañan.


P.D: Ya arreglé lo del virus ese de las tildes, gracias Yopo, jeje.

lunes, 24 de mayo de 2010

El dilema de las llaves

Bueno, estaré una temporada que no podre escribir demasiado, que empiezan estas fechas tan horribles, y no tendré mucho tiempo para poder escribir, pero si he tenido el suficiente tiempo para reflexionar sobre una cosilla, que me llama la atención.

A todos nos ha pasado que estando en casa, suena el timbre, y es algún vecino, que te llama a ti por ser el primer piso al que se le ocurrió picar, para que le abras la puerta, que se le olvidaron las llaves. Tu le abres, y hasta ahí, todo bien, y aquí empiezan mis dudas existenciales.

Yo creo que todos, o al menos yo, llevamos las llaves del portal, y de la puerta de la casa, en el mismo llavero, así que si pierdo las llaves del portal, en el paquete van incluidas las de mi casa, así que aunque le abras la puerta del portal al vecino, ¿como pretende entrar en su casa? Porque salvo que tenga un basto conocimiento sobre como forzar puertas, va a ser bastante complicado que pueda entrar a su propia vivienda.

Puede sonar a bobada, seguro que leeréis muchas mas de este estilo por aquí, pero es algo que me ha llamado la atención, jeje.

PD:si veis que algunas palabras no tienen tilde, es por que no puedo ponerlas, que cuando doy, me salen dobles, creo que es ese virus del que hablaba Yopo, es algo así: cami´´on, asi que haber cuando lo soluciono.

viernes, 14 de mayo de 2010

Vampiria 2 Último Capítulo

Clauthor se encogió, empezando a emitir un aura negra que le rodeó. Sus ropas desaparecían, cambiaba el tono de su piel, quedando grisácea. Su cara cambió radicalmente, el cabello le desapareció, sus ojos se volvieron grandes, como si se les fueran a salir de las órbitas oculares, en su boca solo parecía haber dientes afilados que le salían de ella. De su espalda salieron 2 alas, y sus manos se agrandaron, y en vez de dedos tenía garras afiladas.

Tras la transformación echó a volar, me agarró por los hombros, y me levantó del suelo, llevándome en el aire durante un rato, hasta que de repente me soltó contra una ventana, rompiendo el cristal y cayendo rodando por la ladera de la montaña. Me puse en pie de un salto, y vi como Clauthor volvía a por mí volando con furia. Cuando se disponía a golpearme me agaché, y al pasar volando sobre mí le agarré de la pierna y le lancé contra el suelo. Rápidamente se levantó del suelo y hubo un intercambio de puñetazos y patadas, en medio de la nieve y de los árboles, hasta que ambos nos cogimos por las manos, manteniendo la distancia. Clauthor dobló los brazos, levantó un poco la cabeza y me golpeó con la frente en mi cara, dejándome un poco desorientado. Me recompuse, y al volver a la pelea me dio una patada en el estómago, y luego un gancho que me tumbó, haciéndome rodar cuesta abajo. Choqué contra un árbol, lo que hizo que dejara de rodar. Me levanté y miré a mi alrededor en busca de mi enemigo, pero solo vi nieve, árboles y el acantilado, que estaba a escasos metros de mi posición. Una sombra se acercaba a mi velozmente, me escondí tras un árbol, y cuando escuché el aleteo salí y le di un puñetazo en la cara. Se echó las manos a la cara, y le solté una patada a la nuca. Le di otra patada, pero la esquivó y empezó a golpearme él. Esquivaba los golpes como podía, retrocedía paso a paso hasta que llegué al borde de la ladera. Clauthor extendió sus manos, me agarró fuertemente del cuello y me levantó del suelo.

- Me has molestado mucho, Kira, pero de esta ya no te escapas. Por lo que veo te molestó mucho que insultara a la hija que mataste. Da igual, acabarás como ella, muerto, como un perro abandonado. Deberías haberla matado lentamente, que sufriera, por haberme traicionado y pasarse al bando de los humanos, era una imbécil, me alegro que este muerta.

En un ataque de rabia le golpeé con mi frente en la suya, le quité sus manos de mi cuello, nos giramos, y le di un puñetazo con toda mi fuerza y mi rabia en el pecho, traspasándole la piel. Saqué la mano, y en ella tenía agarrado su oscuro corazón. Sin pensármelo cerré el puño y lo aplasté. Clauthor estaba inmóvil, empezó a perder el equilibrio y se precipitó por el barranco, transformándose su cuerpo en ceniza mientras caía. Me desplomé sobre la nieve, perdiendo el conocimiento.

El Sol brillaba cálidamente, derritiendo la nieve de los árboles, goteando sobre mi cara. Con mucho esfuerzo me levanté, intentando recordar lo que había pasado. Había matado a Vafer y a Clauthor, había cumplido con mi misión. Las heridas ya no sangraban, pero todavía me escocían muchísimo. Me dirigí al castillo, recogí la mochila, y volví al pueblo desde el que había iniciado el viaje. Tras varios días, por fin llegué, y vi como Ranko se acercaba corriendo.

- Hola, bienvenido de nuevo. ¿Qué te ha pasado? ¿Por qué tienes tantas heridas?
- Yo también me alegro de verte. ¿Podrías darme algo de comer? Llevo días sin probar bocado, y casi no me tengo en pie.
- Por supuesto, perdona.

Me apoyé sobre su hombro, y con trabajo llegamos a su casa. Comí opíparamente, quedé lleno, y dormí un par de horas. Me desperté con fuerzas renovadas, me habían curado las heridas, y fui al salón a despedirme de Ranko.

- Hola, ¿qué tal has dormido? – preguntó preocupado.
- Bien, muchas gracias por haber sido tan amable conmigo, y gracias por curarme.
- ¿Puedes explicarme qué te ha pasado? Venías con muchas heridas, y hace un par de noches oímos unos rugidos espantosos.
- Bueno, ya no tenéis que preocuparos por los vampiros, no quedó ninguno en el castillo. Y ese rugido, mejor que no lo sepas.
- ¿En serio ya no quedan más vampiros? Muchas gracias, nos has librado de una gran amenaza para nuestro pueblo.
- Tranquilo, es mi trabajo. Ahora te tengo que dejar, tengo que volver a mi ciudad.
- Bueno, buen viaje.

Nos dimos un fuerte abrazo, recogí mis cosas y salí de su casa. Afuera sucedió lo mismo que la otra vez, todo el pueblo estaba por las calles observando como me marchaba de allí. Llegué a la salida del pueblo, cuando empecé a oír gritos de alegría y de agradecimiento. Me giré, y vi como los habitantes me agradecían haberles ayudado.
Sonreí levemente, di media vuelta y me marché. En pocos días llegué a Katmandú, y en vez de volver a Budapest a informar a los viejos, cogí un avión hacia mi ciudad, Tenía que seguir trabajando en el Mc Donalds para ganarme la vida, me había escapado demasiados días de mi trabajo.

Tras un largo vuelo, por fin pude pisar tierra firme. Ya era de noche, y decidí ir al cementerio, quería ver su tumba, era lo único que me apetecía hacer en ese momento. Caminaba solitario por la calle, alumbradas por las farolas que me guiaban en la oscuridad a mi destino. Atravesé el parque, y por fin llegué ante su tumba. Me agaché sobre ella, saqué la espada que me habían dado los viejos y la clavé a modo de crucifijo. Me apoyé sobre ella y cerré los ojos. Había hecho lo que tenía que hacer, había salvado a la humanidad, pero no me sentía mejor, seguía echándola de menos, prefería haberla salvado a ella antes que al resto de la humanidad. Noté como unas manos me rodeaban y me sujetaban, mientras que una boca se acercaba a mi oído.

- Te dije que me vengaría – me susurró la persona que estaba a mi espalda.

Abrí los ojos, y vi como la espada brillaba. Era ella, no había duda, la dejé con vida pensando que podría cambiar, como su hermana, pero no había sido así, solo deseaba vengarse. Me inclinó la cabeza hacia un lado y me hundió sus colmillos. En pocos instantes moriría, pero tenía que hacer algo antes. Cogí la espada, y sin pensármelo 2 veces me la clavé en el pecho, atravesándome por completo y clavándose también en el corazón de ella.

- ¿Pero cómo….?

No pudo decir más, se hizo polvo instantáneamente. Me salía sangre por la herida del pecho y por la boca, en un momento moriría sin remedio. Saqué la espada de mi pecho y la volví a clavar frente a la tumba, sosteniéndome sobre ella para no caerme. Finalmente había hecho lo que querías, he cumplido. Nos veremos más pronto de lo que pensaba. Mientras me desplomaba vi como sus brazos se extendían para cogerme y no dejarme escapar, como sonreía por volverme a ver. Noté el suave roce de su piel, su cálida voz en mis oídos. Estaba tendido en el suelo, pero ante de desfallecer por completo, sonreí.


FIN

lunes, 10 de mayo de 2010

Vampiria 2 Capitulo 11

En medio de la sala estaba el dragón recostado, descansando para el gran día que le esperaba. Clauthor se encontraba a su lado, observándolo maravillado. De repente Vafer empezó a mover la cabeza, olisqueando a su alrededor.

- ¿Qué te pasa, hay alguien cerca? – preguntaba Clauthor desconcertado por la avidez con la que movía la cabeza Vafer.

La mirada del dragón quedó fija en la puerta en la que estaba escondido, y tras un fuerte bramido escupió una bola de fuego que se dirigía hacia mí. La esquivé a duras penas, quedando al descubierto.

- Vaya, veo que sigues vivo, pensé que mi hija te había matado, no creo que tu la hayas hecho nada, al fin y al cabo, es idéntica a la que amabas, ¿no?
- ¿Lo sabías?
- Por supuesto, yo lo sé todo. La verdad es que me alegra que no te matara, así mi querido Vafer podrá divertirse un rato, además, tiene mucha hambre. Espero que estés preparado, vas a ser le cena de mi dragón.

Clauthor se subió a la espalda de Vafer, y este se puso en pie, babeando su boca imaginándome entre sus dientes. Yo empuñaba con fuerza a Matheril, confiando en que su fuerza me diese la victoria. El dragón se puso a 4 patas, y se abalanzó sobre mí con furia. Salté hacia la izquierda, evitando la embestida, pero no me acordaba de su cola, la cual me propinó un tremendo golpe que me mandó contra la pared. Empecé a sangrar, ese golpe me había dejado malherido, aún así me levanté esperando mi oportunidad para atacarlo. El dragón volvió a lanzarse sobre mí, con la boca abierta, dispuesto a devorarme de un bocado, pero salté justo a tiempo para que se golpeara contra la pared, pero Clauthor me estaba esperando, dándome un puñetazo. Mientras Vafer sacaba la cabeza que se le había incrustado en la pared, retrocedí lentamente hasta estar a una cierta distancia, la suficiente como para poder controlar sus movimientos. El dragón volvió a ponerse en pie, y dio media vuelta hasta que me vio. Aspiró aire, y se dispuso a lanzarme bolas de fuego. Inclinó la cabeza hacia delante y me escupió varias bolas de fuego. Esquivé la primera y corrí hacia él en zig-zag para que el resto de las bolas no me alcanzaran. Cuando ya estaba cerca de él, me lanzó una última bola. Me quité rápidamente la chaqueta y la tiré contra la bola, carbonizándose al instante, pero formando una cortina de humo que me serviría para matar a Vafer. Cogí impulso y salté hacia el humo, así no me verían, traspasé la cortina, pillándolos desprevenidos.

- Ya eres mío – dije mientras me disponía a dar la estocada, ansioso por terminar con todo esto.

Estiré el brazo con la espada para que se hundiera en su pecho, atravesando su corazón, pero en vez de eso, Matheril rebotó en su cuerpo sin hacerle ningún rasguño. No me lo podía creer, no le había hecho nada, había hecho lo que me dijo el viejo mago y no servía de nada. Mientras caía al suelo el dragón estiró su brazo con sus tremendas garras, y me atacó, lanzándome contra la pared contraria a gran velocidad. Mi espalda golpeó contra la pared, haciéndome escupir sangre por la boca. Matheril se me escapó de las manos, cayendo al suelo de punta y clavándose en él. Seguidamente caí yo, quedando tendido en el suelo sin apenas fuerza. Las garras de Vafer me hicieron unos terribles cortes en el pecho que lo recorrían de un lado a otro en diagonal, y sangraban abundantemente. El dragón no se había movido de su sitio, sonreía al ver mi penosa situación.

- Jajaja, estás horrible – se mofaba Clauthor - ¿En serio pretendías detenerme? Ni siquiera un ejército podría detener a Vafer, eres un iluso, aunque debo admitir que ha sido divertido.

No hice caso de sus palabras, y apoyándome en Matheril conseguí levantarme, pero no fui capaz de sacarla del suelo, apenas tenía fuerzas para mantenerme en pie.

- Vaya, todavía tienes fuerza para tenerte en pie. Los humanos sois unos testarudos y unos estúpidos, nunca sabéis cuando rendiros, por eso os odio. No entiendo como mi hija decidió vivir como una media humana, fue lo que decidió. Por eso no la aguantaba, la odiaba. ¿Sabes? Me hiciste un favor al matarla hace 10 años, era una vergüenza para mi sangre, para todos los vampiros, la oveja negra de la familia. Me alegra que la mataras, se lo merecía, era una estúpida, igual que todos vosotros.

No recuerdo si dijo algo más, sólo podía escuchar los latidos de mi corazón, cada vez más fuertes, parecía que me fuese a explotar. Me sentía igual que aquel día que discutí con Tina, estaba fuera de mí. Notaba como la sangre hervía en mi interior, como en mi interior aparecía una fuerza desconocida para mí, una fuerza excepcional incapaz de controlarse.
El dragón agachó la cabeza mostrando su enorme cuerno de la nariz, y se abalanzó sobre mí, dispuesto a ensartarme. Estaba apunto de atravesarme el cuerpo con su cuerno, pero no pasó nada, con mis manos sujetaba su cuerno con fuerza a escasos centímetros de mí. Vafer intentaba impulsarse con las patas para alcanzarme, pero no podía. Clauthor miraba atónito lo que ocurría, un escalofrío parecía recorrer su cuerpo. Alcé la vista, cruzándose mi mirada con la del dragón, y en sus pupilas vi como mis ojos despedían un fantasmagórico brillo azul. Ambos parecían atemorizados al ver mis ojos, no podían articular sonido alguno. Hice fuerza con las manos y los brazos, arrancando el cuerno del dragón de cuajo, brotando sangre a chorros del hocico. Vafer se puso en pie, gimiendo de dolor con toda su rabia y su furia. Sostenía el cuerno con ambas manos, goteaba sangre por su punta. Lo sujeté con la mano derecha y se lo lancé a los ojos, quedando clavado en el izquierdo. Los gritos de Vafer fueron a más, se hundía en la desesperación, deseaba morir antes que aguantar esta tortura. Cogí a Matheril sacándola del suelo, y sus joyas empezaron a brillar con mucha intensidad, e igualmente la hoja. Me acercaba lentamente al dragón, que seguía gritando de dolor, y a causa de que tenía el ojo izquierdo inservible no se daba cuenta de mi presencia. A pocos metros de él salté y le clavé la espada en el pecho, que esta vez si se hundió en su carne, atravesando su corazón. Vafer rugía feroz y desesperado, intentando sacarse la espada con sus garras incapaces de cogerla. Las joyas empezaron a brillar aún más, y de ellas salían haces de luz que envolvían al dragón. Clauthor se alejó rápidamente de él para ver que es lo que estaba sucediendo. Los haces habían envuelto a Vafer por completo, y tras nos instantes de silencio, explotó sin dejar rastro alguno de lo que hace unos segundos era un terrible dragón. Tras esto, mi mirada quedó fija en Clauthor.

- ¡Maldito seas, Kira, has matado al ser que me daría el control del mundo! – maldecía a voces – Ahora te mataré, desgraciado

CONTINUARÁ

P.D: ya por fin se acaba, queda el último capítulo, jeje

jueves, 6 de mayo de 2010

Vampiria 2 Capitulo 10

Ante mí había un ser mitológico, casi un dios, algo que jamás me habría esperado encontrar. Un gigantesco ser de color azul y verde, patas traseras pequeñas pero fuertes, una larga cola con unas especie de púas que la hacían tremendamente peligrosa, dos enormes garras, y a su espalda, dos poderosas alas semejantes a las de los vampiros, cubiertas por una larga melena que le llegaba desde su terrorífica cabeza, con el hocico que sobresalía, mostrando sus afilados dientes, incluidos sus caninos, igual que los vampiros. De la parte de la nariz le salía un feroz cuerno, y por detrás de la cabeza otros dos, de la misma zona donde brotaba la melena. Sus ojos eran rojos, con una franja negra que los recorría de arriba abajo, que inspiraban terror, te explotaba el corazón si los mirabas fijamente.

Permanecía inmóvil, impasible ante su renacer. Se inclinó minimamente hacia atrás, y al echarse para adelante produjo un sonido que me heló el corazón, un grito espeluznante, agudo, penetrante, haciendo saber que había vuelto a la vida y que él mandaba, que no había forma posible de hacerle frente. Tuve que taparme los oídos, si no me habría quedado sordo. Cesó su terrible grito, y Clauthor se acercó a él abriendo los brazos como si le fuese a abrazar.

- Que belleza, por fin he encontrado al dragón de los vampiros, el terror de los humanos, Vafer.

Después le habló en un extraño dialecto, el lenguaje de los vampiros, no llegué a entender nada, y acto seguido el dragón comenzó a batir sus alas con fuerza, levantado una gran ventisca. Se elevaba lentamente, y acto seguido se lanzó contra el techo de la estancia, haciendo un enorme agujero a su paso. Clauthor se quitó la capa, extendió sus alas y echó a volar siguiendo a su nueva bestia asesina. Enormes bloques de piedras se desprendían por el fuerte golpe del dragón. Varios cascotes se dirigían hacia donde yo estaba, teniendo como única salida posible lanzarme hacia el foso. Sin pensármelo dos veces me tiré instantes antes de que las gigantescas rocas cayeran sobre mí. Tras unos pocos segundos en el aire, caí donde anteriormente se encontraba la piedra que encerraba al dragón. Me iba a levantar cuando vi una especie de caja enterrada por los escombros. Me acerqué a ella, la desenterré, soplé para quitarla el polvo, y la observé detenidamente. Era una caja negra de madera, alargada, con un dragón enroscado de color plateado incrustado en ella. No tenía ningún tipo de candado ni de cerradura. La abrí, pero no pude ver lo que había en su interior porque un fuerte brillo blanco de su interior me cegó.

Después de un rato pude abrir los ojos, y ante mí había un anciano con una larga barba blanca, cejas espesas que ocultaban ligeramente sus pequeños ojos negros. Un sombrero de pico azul cubría su cabeza, y un gran manto azul ocultaba sus ropajes. En su mano derecha sostenía un largo báculo de madera. Todo su cuerpo tenía un aspecto traslúcido, se podía distinguir un poco lo que había a su espalda.

- Joven – comenzó el anciano con voz grave – si has descubierto esta caja es que Vafer ha sido despertado.
- ¿Quién eres tú?
- Mi nombre no importa, soy el mago que encerró a Vafer en la roca.
- ¡Es imposible, eso ocurrió hace siglos!
- Este no soy yo, es mi espíritu, lo encerré en la caja que has abierto para, si despertaba el dragón, intentar ayudar a la persona que encontrara la caja. Debes ser una persona pura de corazón, de lo contrario no podrías abrir la caja.
- No me costó mucho, no tenía cerradura.
- Tenía un sello mágico, solo una persona pura y con una gran fuerza interior podría abrirla.
- Bueno, da igual como haya abierto la caja, ¿cómo puedo detener al dragón? ¿Puedo volver a convertirlo en piedra?
- No, no puedes, solo un mago con un gran poder podría hacerlo, y desgraciadamente no pude transmitir mi legado a nadie.
- ¿Entonces qué puedo hacer?
- Tendrás que matar al dragón.
- ¿Sólo eso? Eso es fácil, ahora vuelvo.
- Espera, con tus armas no podrás hacerle nada, necesitas esto.

El mago me señaló la caja, me agaché, y de ella saqué una extraña espada. Tenía la hoja larga, pero poco filo, igual que las katanas japonesas. La empuñadura era de oro, con formas semejantes a ramas de árboles, con 3 huecos, 2 a los lados y 1 en el medio.

- Coge las joyas de las espadas que despertaron a Vafer y ponlas en esta – dijo el mago.

Me acerqué a las espadas, las saqué de las muescas donde las había metido Clauthor, y una a una fui quitando las joyas y poniéndolas en la nueva espada. Al incrustar la última joya, las 3 brillaron al unísono, incluida la hoja, pero a los pocos segundos el brillo desapareció.

- Esta es Matheril, la única arma capaz de matar a Vafer, pero sólo será efectiva si le das en el corazón, es el único punto débil de Vafer. Adiós y buena suerte, espero que seas lo suficiente fuerte como para manejar a Matheril y matar al dragón.
- ¿Qué quieres decir con eso?

No hubo respuesta alguna, ya que el viejo mago desapareció por completo ante mis ojos. Sin perder más tiempo subí las escaleras y deshice el camino, hasta que llegué al gran salón.

CONTINUARÁ

miércoles, 5 de mayo de 2010

Iron Man 2

La película de estreno que toca comentar es la secuela de Iron Man, estrenada el viernes pasado, al menos aquí, jeje.
Me decidí a verla, ya que la primera parte me gusto bastante, sobre todo el trabajo de Robert Downey Jr, que aunque sea de esas típicas películas que el trabajo del actor queda a un segundo plano, personalmente me gusta el carácter que le da Robert a su personaje.

La historia empieza casi seguida del final de la primera parte, con Tony Stark proclamando a los 4 vientos que él mismo es Iron Man. Debido a eso, se las tendrá que ver con las autoridades del propio país, ya que la armadura está considerada como un arma, y le intentan obligar a entregarla. Aparte del aspecto político, habrá un malo de turno, si no que sería de un héroe sin algún rival. Y también un par de temas más "personales", no quiero que me tachen de fastidiar una peli, así que tendréis que ir a verla para descubrir todo el argumento.

Respecto a los actores, Robert Downey Jr sigue en el papel protagonista, realizando una labor excepcional, al menos para mí, será que soy fácil de impresionar, jeje. Los secundarios, como son Pepper Potts (Gwyneth Paltrow) o el teniente coronel James Rhodes (Don Cheadle), se le suman personajes de otra saga de superhéroes, los SHIELD, o vengadores, con su director Nick Fury (Samuel L. Jackson), y Natasha Romanoff (Scarlett Johansson), y el malo de la película, Ivan Vanko (Mickey Rourke).

Los efectos especiales, como no pueden ser de otra forma, muy conseguidos, me encanta el acabado de las armaduras, yo también querría tener una así, jeje.
Y para mí lo mejor de la película, la música, a cargo de mis idolatrados ACDC, prestando canciones tanto para partes de la película como para el vídeo musical oficial. En general, una banda sonora muy rockera, a mi gusto, pero que encaja a la perfección en la película.

En definitiva, una película que creo que merece la pena ver.
Os dejo con el susodicho vídeo oficial, así vuelvo a escuchar a ACDC, jeje.